Las caleras del Alto Palancia

Las caleras del Alto Palancia

Calera es una palabra castellana que designa el horno de cal, es decir, el horno donde se calcina la piedra calcárea (fundamentalmente la caliza blanca; la roja es de peor calidad). La cal mezclada con arena formaba el mortero, elemento básico para la construcción.

Para hacer los hornos se debía de recoger primero una cantidad de leña (de aliaga, coscoja y otros arbustos que resultaban de limpiar pinares y vedados) y de piedra calcárea, que se deshacía. Para construir el horno, había que buscar un margen, con una altura con relación directa a las dimensiones que se le quería dar. Todo el conjunto era enterrado en el interior del margen, excepto la parte frontal, donde estaba la boca del horno. La parte superior sobresalía un poco por encima del nivel del piso del margen. En algún caso, se dejaban pequeños agujeros para dar salida al humo.

Las paredes del horno eran de mampostería. En la parte inferior, y por debajo de la base del margen, se abría un agujero llamado la olla del horno o culo de la olla. Consistía en una especie de caldera excavada, de base redonda con zócalos por los lados, que eran donde se apoyaban las piedras de cal. Con estas se hacía una bóveda con la que quedaba recubierta toda la olla. Para comunicar el horno con el exterior se construía la boca, una ventana que se abría por debajo del nivel de la base del margen, con unas dimensiones para que una persona alimentara de leña la olla. Esta boca siempre estaba orientada hacia el este, para que los rayos del sol naciente aumentaran la potencia calórica del horno. Por encima de la bóveda se disponían las tejas (restos pequeños de piedras, deshechas) hasta llenar todo el agujero.

La primera vez que se encendía el horno la cocción servía para atemperar la piedra y duraba casi tres días, poniéndole leña continuamente. Al final del proceso había que limpiar la olla, llena de ceniza. Después se continuaba quemando durante unos cuatro días hasta acabar la cocción. Se sabía si estaba cocida por el color del humo, blanco, y por el color de la piedra, dorada. En este momento, debía taparse la boca, porque si entraba aire la piedra se podía deshacer. El horno debía descansar cuatro o cinco días más, refrescándose.

La cal se dividía en viva, que era la caliza calcinada, que se quitaba rápidamente porque no debía darle mucho el aire. Se ponía en jarras o en una habitación oscura, enterrada y recubierta de cal muerta. Esta cal servía para emblanquecer. O en muerta, la cal que se tiraba a una balsa en seco a la que se añadía agua para deshacerla. Después se enterraba, creándose así la cal para la construcción.

Entre los usos de la cal, además de los ya mencionados (material de construcción y encalar, pintar de blanco, con una finalidad sanitaria), hay otros más, todos de gran utilidad en una economía agropecuaria: escaldar la pasa; limpiar la roña de los animales; proteger la carne macerada; hacer betún para soldar las tuberías de agua; potabilizar el agua; proteger los membrillos enfermos; matar el gusano de los árboles y sulfatar la viña, dejándola más verde.

Entre las caleras del Alto Palancia destacan tres, la de la Costalata de Gaibiel y las de la Fuente del Berro y del barranco de la Granella en Altura.

Recorriendo el camino de la Costalata o de Navajas que, en parte de su trazado, marca el límite entre Gaibiel y Vall de Almonacid, a la altura de la Loma de Navajas (Vall de Almonacid), tuerce a la izquierda, adentrándose en el término de Gaibiel, concretamente en Las Clochas. Este camino se bifurca. Hay que coger el de la derecha, que transcurre siguiendo las curvas de nivel de las estribaciones que descienden desde el monte de la Costalata, y acabando en ellas. A partir de ese momento, hay que seguirlas monte a través, en unas tablas de olivos, en un lugar donde las curvas presentan una forma de cuña, de orientación noroeste y en umbría, en una altitud cercana a los 600 m. En este punto, donde la parte más alta se acoda, creando una vaguada, se sitúa esta calera que bien podría ser una nevera. Altitud, orientación y relieve cooperan para facilitar el depósito y conservación de la nieve.

Las otras caleras a destacar son las situadas en las proximidades de la Fuente del Berro, en Altura, las mayores de la comarca y destacables en el conjunto valenciano por sus grandes dimensiones. Explotadas por la familia Navarrete, llegaron a trabajar para los Altos Hornos del Mediterráneo, en el Puerto de Sagunto. También en Altura existieron las del barranco de la Granella, actual cruce de las avenidas España y Santuario.

Cabe destacar que, en Sot de Ferrer, existe una ruta que recorre las caleras del término con paneles explicativos.

 

Fotografía de portada. Trabajando en la calera del tío Cañón, en Altura, aprox. en 1950. (Copia digital propiedad del Museo de la Memoria de Altura).

 

Calera de Paulino Navarrete, en el paraje del Berro. (Copia digital propiedad del Museo de la Memoria de Altura).

 

Trabajando en la calera.

 

Caleras en la zona del barranco de la Granella, en Altura, en la actualidad cruce de la Avda. España y Avd. Santuario.

 

Calera de Gaibiel

 

Helios Borja Cortijo, doctor en Historia.