Las fiestas de la plaza del Ángel en Segorbe: ayer y hoy.

Las fiestas de la plaza del Ángel en Segorbe: ayer y hoy.

Visitante, turista o segorbino que ahora te hallas en la plaza del Ángel de Segorbe con su ambiente tranquilo y silencioso. Sabrás que antiguamente a esta plaza se le conocía también como de los puercos, porque en los jueves se celebraba mercado intercomarcal con estos animales. Explicaba el segorbino José Carot en su opúsculo dedicado a las calles de Segorbe, en septiembre de 1956, que el nombre de esta plaza se “le aplicaba a su primera duquesa, la infanta Dª Giomar de Portugal por sus virtudes, especialmente la caridad, que derrochó constantemente con los segorbinos”.

En la fachada del edificio número 9 aparece un notable retablo cerámico con la imagen del Santo Ángel Custodio, que figura en el escudo de armas de la ciudad desde hace unos 400 años. Su devoción por parte de los segorbinos se origina con las pestes y el Ayuntamiento le votó como Patrono, aunque la tradición dice, en descripción de Bernardo Espinalt, que “estando la ciudad recién poblada de cristianos, vinieran los moros sobre ella, y se apareció el Santo Ángel encima de sus murallas, que visto por los moros levantaron el cerco vergonzosamente, por cuyo favor el ayuntamiento le votó por Patrono como queda dicho, y se celebra la fiesta el segundo domingo de julio”.

O sea, que se celebraban fiestas al Patrono de la ciudad.  Es una plaza histórica, popular, con fachadas pintadas de amarillos, blancos y ocres, por cuyo acceso por la calle Argén, por donde corre pulcramente el lienzo de la muralla medieval, se domina una profunda panorámica, divisándose a lo lejos en formidable plebiscito las sierras de Cerdaña y Montalgrao. Puerta de entrada al emblemático paseo de Sopeña y al ínclito fuerte de la Estrella. Tras el desmonte del cerro de Sopeña se desparrama la vega segorbina, un insospechado paisaje agrícola rico en matices por donde serpentea sensitivo el río Palancia, delimitado por los paredones calizos de las peñas de Agustina. La plaza recibe los ramalazos de su orientación septentrional. Bajo las copas de algunos árboles frondosos, que puntean el arranque del paseo de Sopeña, se sientan en verano las personas mayores para recibir la frescura y el galanteo de las dulzonas sombras.

Las fiestas de la plaza del Ángel en la actualidad se siguen celebrando cuando las noches del verano se recrean por la plaza con su candor refrescante. Se celebra la carrera nocturna por las estrechas callecitas del barrio medieval; los estómagos se empapan de dulzor con la típica “chocolatá”; la música también está presente a través de conciertos, haciendo disfrutar de momentos placenteros, mientras las luces de la plaza lagrimean sus brillantes ondas … y la ofrenda del Santo, toda devoción en una escena popular y cariñosa celebrada por niños y mayores, vecinos de la plaza y de la ciudad en un ambiente de ternura que parece de cristal, como la fuente que centra la plaza. Fotos, charlas, cenas, niños jugando, corazones en fiesta… imágenes que no se olvidan.

Pero ahora quiero introducir una mirada al pasado de estas fiestas. Aquellas fiestas del Santo Ángel que publiqué en mi libro “Tradiciones y costumbres festivas de Segorbe”. Corría el año 1978…

Y explicaba: “Actualmente ya no se celebran. La última edición tuvo lugar en el año 1971… Los actos de estas fiestas, en las que eran también nombrados cada año los clavarios infantiles -una niña y un niño- estaban representados por animados pasacalles, donde se lucían con garbo sano y chispeante los disfraces más disímiles, acompañados por el son de la banda de la plaza, y en los que desfilaban igualmente los gigantes y cabezudos donados por la Hermandad de Artes Gráficas de Segorbe.

En los actos civiles tenían lugar las veladas amenizadas por conjuntos musicales; el disparo de fuegos de artificio; las cenas de hermandad, que en el último día se coronaban con una saludable jira campestre a las riberas del río Palancia, concretamente en el paraje conocido con el nombre de “pozo Morón”; el concurso de paellas…”

Seguía hablando de los actos: “Ahora bien, la gracia y la sal de un acto disputado en noble lid era el que destacaba de los demás por su carácter esencialmente humorístico: eran los divertidos encuentros de fútbol entre mujeres contra hombres, que retransmitía con arte Julio Brugué…”

Hoy, la savia festiva sigue fluyendo por la plaza en todos los veranos, en una corriente de relación, de divertimento y experimentación de sensaciones. Un ¡hurra! para todos sus vecinos de la plaza del Ángel…Y un emotivo recuerdo para todos los vecinos que las crearon y que no se hallan entre nosotros.

 

Luis Gispert Macián.

(Fotografías Ángel Berga)